"I Ching... El Libro Adivinatorio"
El I Ching es utilizado como libro adivinatorio y admite tantas preguntas como respuestas pueda necesitar el ser humano. La voz de esta verdad, llega al consultante de forma enigmática y sugerente, pues el lenguaje del oráculo sólo puede ser traducido por el ojo del corazón.
Richard Wilhelm, eminente sinólogo y misionero en Tsingtau en 1889, realizó una de las de las traducciones más certeras y sugestivas de la literatura china en base a las enseñanzas de los sabios huidos de la corte tras la revolución de Sun Yat-Sen en 1912. Allí, donde llegó a convertir su cancha de tenis en la biblioteca de la Sociedad Confuncio, se dedicó al estudio de los clásicos y especialmente del I Ching de manos del sabio Lao Nai-Hsüan.
A la luz de los últimos adelantos de la ciencia y psicología, el I Ching ha revelado su sorprendente modernidad trascendental pues su reflexión sobre los cielos en que se ve inmerso el ser humano, es el reflejo de las relaciones entre los dos polos del cambio: el Yin y el Yang, la sombra y la luz, lo femenino y lo masculino…, que lejos de la imagen fija del occidental, alientan y propician el necesario fluir del cambio.
El juego creado por estos pares de opuestos, considerando al hombre como tercer elemento de cada trigrama, constituye la base de los 64 exagramas.
Cada uno de ellos simboliza un estado del cambio, que en su totalidad representan la imagen del universo. No es de extrañar, por ello, la fascinación que ha ejercido a lo largo del tiempo, inspirando tanto a poetas como a físicos o filósofos.
El secreto de la sabiduría de este libro es mágico y filosófico al mismo tiempo, radica, más allá de su propuesta de ordenación del universo, en una acertada combinación de experiencia e intuición, matemática y poesía.
Fuente: "I Ching, Traducción por: Richard Wilhelm, Ed. Círculo de Lectores"