La filosofía china sostiene el principio de que nada es duradero, excepto el cambio permanente de todas las cosas. Este flujo permanente se puede dividir en cinco fases de transformación: madera, fuego, tierra, metal y agua.

La ley de la naturaleza las ha unido y las ha hecho inseparables, siguiendo este orden, y guardan una definida relación de dependencia permanente.

Con estas fases de transformación se pueden interpretar todos los ciclos del universo, como por ejemplo las horas del día, las estaciones del año, los puntos cardinales, la edad, la migración de los cuerpos celestes, etc… dado que el cuerpo humano, como parte del universo, responde del mismo modo a esta ley (el todo se encuentra en cada parte, y cada parte en el todo), esta forma definida de correspondencia también se manifiesta en la acupuntura, en el sistema nervioso subconsciente: